Cuando el equipo de la Asociación Arrabal-AID me propuso ejercer como mentor en el programa Incorpora Joven de la Caixa y acompañar a un joven extutelado en su proceso de integración en España, me tomé este ofrecimiento como un nuevo reto. Me dije a mi mismo el dado está echado y me convencí de lograr el éxito en este nuevo proyecto. De esta manera me encontré con Mohamed, un chico de Guinea simpático, educado, amable y con tantas ganas de vivir, aprender y conseguir un trabajo que realmente me enganchó. Para él es muy importante estar aquí en España y conocer nuestra cultura, aunque como es lógico ama profundamente su país y lleva con tristeza vivir alejado de su familia, un sacrificio al que lo lleva sus ganas de ayudar a su gente.
En nuestras sesiones de acompañamiento andamos mucho por todos los rincones del centro, donde hemos visitando los monumentos malagueños más importantes. Así, caminando por esta bonita ciudad surge la conversación sobre muchas cosas. Me habla de su familia, de sus amigos; me comenta cómo su madre está muy contenta conmigo porque le animo a seguir estudiando y comparte sus sueños de una vida mejor. Como muchos jóvenes, su mayor ilusión sería convertirse en un gran futbolista como Ronaldo, Messi o Pogba, al que siente como paisano suyo.
En su tiempo libre, Mohamed disfruta jugando con sus amigos, lo que yo le refuerzo como algo muy positivo. No obstante, tiene muy claras sus prioridades: Ha completado el curso de Personal de Restauración del Programa Incorpora Joven de Fundación la Caixa con prácticas en empresas y muestra una enorme ilusión por encontrar un empleo lo más pronto posible. Si algo tenemos claro los dos, es que debe trabajar mucho y estudiar, porque sin conocimiento no se consigue nada: A más preparación, mayor logro.
En una de nuestras caminatas me mostraba su interés por volver al colegio a terminar el bachillerato. A modo de broma, empecé a pedirle la tabla de multiplicar y me di cuenta cómo utilizaba la app del móvil. Le dije que no podía hacer eso si quería seguir estudiando y cómo debía aprenderla de memoria. En la siguiente cita me demostró que la llevaba aprendida y quedé asombrado porque conocía muy bien la tabla y por cómo contestaba inmediatamente a todas las preguntas que le hacía. Creo que muchos de nuestros adolescentes y jóvenes son como él, no conocen la tabla de multiplicación, por lo que puede ser un buen ejercicio de memoria además de ser de gran utilidad, como sumar, dividir y sustraer. ¡Es lo básico!
Otras de las sugerencias que pude compartir con Mohamed que habla francés, un poco de inglés, árabe y castellano al margen del idioma de su país, el bambara, es que lea despacio y en voz alta. Le animo así a intentar pronunciar bien las palabras, memorizar algunas de las más usuales y utilizar la escritura. Un ejercicio muy importante que estoy seguro traerá resuelto en la próxima cita y le ayudará a mejorar su nivel de español.
Después de unos meses como mentor, lo cierto es que me estoy rejuveneciendo. Cuando estoy con Mohamed parece que me he trasladado a la época de Primaria. En verdad, no me esperaba que esto fuera así, tan divertido e ilusionante para mí. Una de nuestras mayores alegrías ocurre cuando soñamos despiertos a ser grandes futbolistas e inventamos una crónica de un partido. Por supuesto, después de varios pasajes, el relato acaba en golazo, entre risas y felicitaciones. Son las pequeñas cosas que de verdad importan y dan sentido a la vida.
Fuente: LaOpiniónDeMálaga.es